viernes, 30 de octubre de 2009

Mi país está ad portas del bicentenario. Mi país, en cada actos social-cultura-musical, se llena la boca hablando de valorar nuestras raíces. Mi país tortura a sus mapuches. Mi país llena las calles con carteles eligiendo al quiltro del bicentenario. Mi país tiene sus calles llenas de perros vagos en condiciones paupérrimas. Mi país, como tantos, como este sistema repugnante en sí, está lleno de carencias, indecencia, etc. Pero, llegar al punto de hacer una fiesta por el bicentenario, y exactamente al mismo tiempo, torturar a nuestros (si, digo nuestros) mapuches y tratarlos de terroristas, es demasiado. Un descaro, en donde la palabra asco realmente queda chica.

Y no hablemos desde una tendencia politica,
ni abanderamiento de ningún tipo.
Es sólo sentido común y un mínimo de sensibilidad.
Un mínimo de decencia.
Que verguenza.