domingo, 20 de diciembre de 2009

Exceso de existencialismo II

Me parece conocida esta situación. Rememorar literariamente mi año se ha transformado en una tradición necesaria. Me parece conocida esta nostalgia por personas que pasaron, me parece conocida esta rabia, quizás, por las cosas que no pasaron e impotencia por las situaciones en donde nada se puede hacer. Dolor por las experiencias que pude haber evitado sólo siendo un poco más objetiva. Las cosas, las situaciones, las personas, los valores, las ideas... el conjunto de ingredientes que me tiene en un estado confuso. Este fin de año no trae consigo esa sensación que siempre se adjunta, esa sensación de súper woman, esa sensación de "prueba superada". Quizás, por que las cosas que me tiene en este estado anímico han ocurrido en estas últimas dos semanas. Pienso que no es justo, pienso que por qué a mí, pienso que cómo tanta mala suerte, cómo esto, cómo lo otro. Como dice la Violeta, que si, que esto, que lo otro, que nunca, que además. Así estoy, intentando descifrar que pasó. Que está pasando (o que no está pasando). No sabría encasillar este año, para nada. No se distinguir que tan benévolo o malévolo fue su paso. Sólo sé que pasó, que está aquí y me mira con cara de incertidumbre mientras espera mi despedida. Pero ya son varias las cosas perdidas este último tiempo, que hasta la despedida del año me hace sentir que es algo más que se va. Algo que se va de frente a mis ojos, sin que pueda hacer nada. Esta situación es más que conocida, detenerme y ver como reacciono frente a los vacíos de las cosas/personas/situaciones/ que se marchan. Como el título de la película, mi vida sin mí. Las cosas están siguiendo su curso, y yo ahí, estancada sin hacer nada. Colapsada frente al miedo de perder, de dejar partir, de equivocarme, de seguir entregándome a situaciones erróneas, de seguir depositando ilusiones donde no hay espacio. De seguir hilando errores y sin darme cuenta, ver cómo estos me dejan de manos atadas. Creo que es la finalización de año más desanimada que he tenido. Pero en fin, está aquí, se está despidiendo y no me queda nada más que desearle un buen viaje y si es posible, que le mande un recado a todas esas cosas que se fueron, que le diga que si bien ahora las extraño, tengo la convicción de que llegará el día en que cada cosa se pondrá en su lugar, y el lugar de todas las cosas que ya no están conmigo, estará mucho, pero mucho más lejos de lo que ellas mismas quisieron al momento de partir. Por que si abrí las puertas de par en par, dejando la libertad absoluta de marchar cuando quisieran, pero de buena forma, es inconcebible validar las huidas por la ventana, menos en la noche y con un pasamontañas. Es inconcebible comprender la deslealtad. Bueno, tal como es inconcebible estancarme y finalizar así este año. Así nada más que decir.


Gracias Regina Spektor por ser la banda sonora de Diciembre.


Felices fiestas.