domingo, 24 de mayo de 2009

El sueño del monólogo.

Yo quería patearle el culo al hombre de cara estirada, tal como sus billletes, billetes de mierda. Que no los suelta, no los suelta. Y él se ríe. Y nos reimos en el reflejo de nuestros miedos. Yo no entiendo. Y sigue rezando, y sigue donando esa migajas de pesos, llenos de mierda, llenos de asco y juegos turbios. Juegos sucios. Me repugna esta situación. Viejo de mierda, pienso sin cesar. Y su cara estirada, los billetes estirados, el olor a masturbación capitalista. Así, y yo le pongo como quiero. Y él hace lo que quiere. Y son todos unos cerdos. Y pienso en tantas palabras. Mierda, mierda, mierda. Quiero vomitar y me tiritan las piernas. Y pienso que todo es una mentira. Pienso que Dios es el mejor negocio. Que la enfermades son sus mejores negocios. Que el sudor de mis papás es su mejor negocio. Que las carencias pegadas en el rostro de cada uno de nosotros es su mejor negocio. Y me enerva la situación. Todo es negocio, lo decía un libro. Todo tiene su precio. Lo decían sus ojos. El precio, el precio, precio.....
-Ya pues, señorita, despierte...¿Cuál es el precio de éste? - Dijo, indignado.
- Cincuenta mil, setencientos treinta- Dije, con exceso de lentitud. Desconcertada. Otra vez, sin entender.