domingo, 4 de julio de 2010

Seis Con Treinta A Eme.-

En alguna época de mi vida, cuando tomaba prejuicios de desayuno, sobrevaloraba los conocimientos teóricos/académicos/etc que tuviesen las personas con las cuales me rodeaba. Con ciertas experiencias que tuve que almorzar y cenar, me di cuenta del verdadero valor de lo que podríamos denominar como sabiduría (o lo que sea). Puedes tener gustos sobre ciertas cosas y por ende, saber bastante sobre aquellas. Música, libros, películas, ciencia, animales, cocina, etc. y ser admirado por ello. Pero me di cuenta que aquellas cosas las encuentras en los libros, en wikipedia, en taringa, en internet donde sea. Compras todas las películas que no conoces, bajas toda la música que no ubicabas, lees esos libros que te recomendaron, ves aquellos documentales, etc. Puedes tomar cursos, puedes ser autodidacta. Pero valores/ideales/pensamientos/reflexiones/etc que encontré en ciertas personas, jamás en la vida las encontré en otra parte, y es allí el punto de quiebre. Cuando encuentras esas cosas sólo en los aprendizajes de la vida. Cosas que no te enseñan las escuelas, y no las puedes leer en libros de la teoría de no se qué. Sólo en ciertas personas, en ciertas situaciones, en ciertas actitudes, ciertas reacciones, en ciertas conclusiones. Cosas que encontré en mi misma en el momento en que pase la mano por los vidrios empañados. Y no haré un ensayo sobre el existencialismo a lo Sartre y Camus, ni mucho menos un análisis sociológico. Sólo grafico estas ideas que divagaban en mi mente a momentos. Me pasa que cuando las escribo, exiten el doble, con más fuerza. Es lo mismo en realidad, pero en cursiva y con negrita.