sábado, 20 de febrero de 2010

Nada más que esto.

En resumidas cuentas, no tengo más que estas manos débiles, empeñadas en hilar las palabras que definan el indefinible estado en el que me tienes. Manos que no se cansan de tocar tus mejillas y acariciar tu cabello. No tengo más que estos labios, dispuestos a crear la palabra más hermosa que exista, solo para que en ella encuentres la paz que tanto deseo entregarte. Labios dispuestos soplar cualquier vestigio de contaminación, labios capaces de besarte sólo a través de los sueños, para que no se contaminen con el tedio de la vida real. Sólo tengo un par de oídos ansiosos de escuchar todas esas locuras, sueños y anhelos, esos detalles que te hacen tan especial. Sólo tengo estas ganas, este presente y este momento. Tengo estas torpes manos, estos labios ansiosos, estos pacientes oidos, en donde todos en conjunto, quieren hacerte entender que independiente de las ironías del destino y los distintos pasajes en los cuales nos pone a veces, no encontrarás en mi, más que un apoyo incondicional, independiente del rol que cumpla en tu vida. Como dice Drexler, solo quiero contarte, no estoy aquí de visita.... Y aunque el tiempo de esta historia acabara hoy mismo, no me cansaré de darte las gracias por hacerme sentir. Así de simple... sentir y sentir, algo que muchas veces, quizás por qué, se nos olvida.