lunes, 15 de febrero de 2010

Si al final, da lo mismo si en este instante me pongo a escribir, o si voy a comer esos fideos con salsa, fumarme el cigarro o simplemente ir a dormir. Tanta vueltas que me doy y el señor reloj me dice dice ya pues mijita, son las 5 am, es una broma, lleva dos semanas mirándome justo a esta hora y sobria fijese que no era. Entonces me río sola de lo loco que es todo, hace dos semanas que veo la hora a las 5 am, pero con un vaso a medio servir, o vacío en vísperas de ser llenado con más alcohol. Entonces te pones a pensar en lo frágil de las realidades que construyes, en la incertidumbre de las desiciones y las acciones. En los libros y películas que sigo diciendo que leeré/veré y todavía están en el mismo lugar. Pienso en que me da cierta tristeza ver que a mi guitarra le falta una cuerda, y a mí, unas cuantas más. Entonces, las letras se confunden y crean oraciones gramatical y semánticamente ilógicas. Y ya, viene la indecisa que prefiere sentarse frente a un computador y crear diálogos cibernéticos ficticios. Y me acuerdo del cuadernos lleno de escritos en donde jamás he pasado alguno al blog. Si al final, el blog termina siendo un rincón extraño, imposible de encasillar en alguna categoría, en donde sólo sé que termino escribiendo cualquier cosa, menos la idea principal que me motivo a encender el pc a las 5 am.