domingo, 28 de marzo de 2010

Necesito con urgencia una dosis de invierno. Necesito caminar una tarde por la Alameda rumbo a esa libreria tan bonita que hay y donde puedo tomarme un cappuccino de vainilla sin que me cobren un ojo de la cara. Necesito esas caminatas, en donde voy escuchando alguna canción melancólica para completar esa escena en la que voy con mi paraguas favorito, fumando un cigarrillo, con las manos congeladas, la nariz roja y las mejillas algo mojadas. Esa escena en la que voy pensando y pensando, cosa que hago de todas formas en estas tardes de seudo-verano, pero que no me resultan tal y como quiero. Necesito sentir frío para poder pensar bien. Suena como a eso de poner la mente fría para tomar desiciones correctas. Pero yo no quiero tomar desiciones correctas, sólo quiero sentir frío y que algún día me tengas confianza para que podamos tener un secreto.