martes, 30 de noviembre de 2010


Después de una extensa charla, pensaba en los ejemplares complicados tanto femeninos como masculinos (si las actitudes son constantes, evidentemente) que se pueden encontrar en relaciones de pareja. Están los que te celan por todo, los que te culpan por el actuar de los demás, los que creen que no puedes tener amigos del sexo opuesto, los que creen que no la quieres porque hoy le dijiste 10 veces que la querías y no 15. Los que te exigen que estés con ellos toda la fiesta. Los existencialistas. Los que no diferencian confianza con privacidad, los inseguros, los bipolares, los paranoicos, los violentos, los celópatas. Los que se empeñan en cambiar al otro. Los que se enojan cuando tu deberías estarlo, los que te revisan la pieza completa para pillar algo, los que creen que siempre los están cagando, los que están mal de la cabeza, los que no te dejan carretear solo, los que te buscan pelea por todo, los que no saben discutir sin show, los que no pueden amar sin sufrir, los que se complican y te complican por todo, los que no saben perdonar nada, los que tienes que andar adivinando los que les pasa, los dependientes, los que no saben estar solos, los que no superan su primer amor, las brujas, los que nunca se enojan, nunca pelean, nunca se mandan cagas y te terminas preguntando realmente si realmente son humanos, los que tiene complejo de mamá, papá, hijo/a. Los que se tienen complejo de pacos. Bueno, cada loco con su tema. Lo complejo es que alguno de estos ejemplares se puede cruzar en tu camino amoroso y si bien algunos llegan a dar risa, es menester darse cuenta que hay otros que realmente pueden contribuyen a tu insanidad mental y tu desequilibrio emocional. Es más sano dejar a un lado el sentido de la posesión y ahorrarse desgastes mentales innecesarios. Para algunos enojarse y hacer problemas termina siendo su deporte favorito. Si es por eso, prefiero llevar una vida sedentaria.