viernes, 4 de junio de 2010

Te escribo desde la emoción de mis entrañas
desde el orgullo de crecer en tu vientre
y vivir entre tus brazos
de eternas noches de llantos,
de no tranzar con tus descansos
desde el orgullo de verte como madre
amiga e incluso compañera.
Compañera de cruzadas en donde sólo tu entiendes
el peso que nos cae a veces sólo por ser mujer
el peso de la moral, la norma, la discriminación.
De la menoscabación como castigo por tener pechos,
caderas pronunciadas y capacidad de dar a luz.
Te escribo desde el orgullo de verte salir cada mañana,
de no quedarte en casa sirviendo la comida sumisa y cabizbaja.
de que a pesar de nacer en una realidad precaria
en dónde alimentarse era una lucha diaria
saliste adelante, doblándole la mano al destino
y diste a tus hijos, muchos más que leche y abrigo.
Te escribo desde el orgullo de saber que fuiste tú quién
me enseñó a no tener miedo
a no callar jamás,
a secarse las lágrimas y caminar
Ni 29 letras de un abecedario,
ni las infinitas combinaciones de éstas
son capaces de irradiar el agradecimiento
de tenerte como madre, amiga y compañera.