martes, 26 de abril de 2011


Me dijiste que tu vida no era zarpar de un puerto para llegar a otro. Tu vida no consistía en tener a un próximo puerto como meta, porque tu meta era sólo apreciar el paisaje que en ese instante la vida te estaba entregando. Esa era tu vida, un barquito, en media de la nada, solo disfrutando el presente, como si no existiera un mañana. Como bien me decías, el mañana no le está asegurado a nadie.

Así que ahora, el barquito que estabas pintando con óleos se transformó en un tatuaje y quedó impregnado para siempre en mi piel.

Buen viaje amor mío.