domingo, 15 de marzo de 2009

Podrías.

Por lo menos podrías venir, sentarte a tomar ese café, más amargo que de costumbre. Quizás comentarme un libro, una frase de alguna mala poesía que haya seducido a tus ojos, un tanto cansados. Mover una pieza, emitir imágenes, sonidos, movimiento. Crear. Podrías hacer presente tu espíritu seudo-revolucionario e hilar un nuevo capítulo. Acompañarme en esta noche nostálgica, amarga, como este café que no para de reflejar en su final, el comienzo de mi historia. Podrías ser partícipe de ella, podrías invitarme a participar de ella también. Podrías hacer tantas cosas que de cierta forma cambien el burdo panorama, en donde el café derramo su sinsabor en cada constelación de mi universo, reducido a una taza vacía, con las sobras de recuerdos rotos. Y tus ojos inquietos, incapaces de obviar lo paupérrimo. Incapaces de remecer la ilusión a la que alguna vez entregué mi decepción. La vida se transformó en la protagonista de mi historia, excluyéndome sin piedad alguna y resumiéndola a constantes puntos suspensivos, en los cuales un día me dormí.