jueves, 5 de marzo de 2009

Una porquería.

Fuí víctima del típico lobo disfrazado de oveja. Si, tal y como lo relato. Evitemos aludir a referentes masculinos, ya que esta vez, el lobo fue la maldita televisión. Aquella maquinita venenosa, el opio del pueblo como dicen por ahí. Yo, en mi tarde de ocio (que últimamente, escasea) mientras hacía zapping apareció frente a mis ojos la cancioncita pegajosa del preuniversitario Pedro de Valdivia. Y con un banal sonrisita le digo a mi estimada colega : "Huy, que chori la canción". En ese instante hubo un quiebre, cuando recibí de respuesta que esa cancion que tan monona me parecía, para mi amiga, era una burla a los estudiantes de carreras como pedagogía, ya que perpetuan la tradición de que ciertas carreras tienen mucho más prestigio que otra. Más explícita no pudo haber sido. Eso era, por eso la cancioncita, los niños felices de entrar a universidades estatales a estudiar carreras como medicina, ingenería y derecho. Perfecto, la fórmula exacta para introducirnos el chip para seguir menospreciando a carreras tan mal vistas como lo estan siendo los profesores. Porque me lo dijieron, desde que decidí ser parte del cuerpo pedagógico de nuestro querido país: ¿Y profe? ¿Y el sueldo? ¿Y el stress? Etc, Etc Etc. Claro, y ahí viene el gran comercial del Pedro de Valdivia, que no vende un año de preparación a la P.S.U, sino que nos vende el set de felicidad, en donde ellos saben lo que quieres, entrar a estudiar esas carreras que aseguran tu exito ecónomico, aludiendo incluso, al éxito amoroso (como lo expone explícitamente en el comercial) para seguir mirando en menos carreras tan hermosas como la pedagogía*, que día tras día se ve menospreciada por este monopolio de prestigio, escondido a través de cancioncitas de baratas y signos pesos por doquier,
*Carrera que puede modificarse a gusto del lector.