lunes, 24 de mayo de 2010


Eran las 11:30 pm. Y la frustración nuevamente era su acompañante en aquella noche, bastante representativa del invierno que acechaba. Otra vez caminar por las mismas calles para llegar al mismo paradero. Si hasta pensar en lo taciturno del panorama le era habitual. Todos los días eran la copia del anterior. Todas las sensaciones (las pocas que se permitía) eran una copia de las del día anterior. Y en un ataque vehemente por querer cambiar la historia, sin saber cómo, se vió tomando otro bus, sin siquiera ver a dónde lo llevaría. El coraje le duró sólo hasta que puso el pie en el primer escalón, y fue la cobardía quién lo acompañó durante el viaje. Pero daba igual, estaba sintiendo, aunque fuese temor al saber que aquel acto irracional sería el comienzo de una hilera de secuencias para cambiar la historia de una buena vez. Y sintió regocijo de sentir frío, de tener los pies congelados y por sobretodo, el corazón agitado.