martes, 18 de mayo de 2010



Me dijiste que nos reuniéramos el Viernes a mi hora favorita. Lo dijiste con un tono de galán indeleble, que hasta creí que aún recordabas esa manía mía. Me pediste el número de teléfono con la coartada de que te habían robado el tuyo, coartada que ingenuamente quise creer. Tal como quise creer que aún sabías cuál era mi hora preferida, pero lástima de que la hora sea un consenso social y para todos ya eran las 9 pm. Muy lejos de las 7, hora que pensé que aún recordabas, si es que alguna vez escuchaste la historia del porqué era mi preferida. Menos mal que olvidé el paraguas, así todos creían que las gotas que estaban en mis mejillas eran producto de la lluvia.