lunes, 17 de mayo de 2010

Parto de la sinceridad de saber que no sé que carajos terminaré escribiendo. Pero lo que me motivó, es esa sensación de enterarme de que tengo que hacer para mañana un trabajo totalmente absurdo y que a veces se me quitan las ganas de ir a la U y rendir pruebas y ver profesores con caras de pacos que no se parecen en lo más mínimo a la idea de profesor que quiero ser. Y pienso en Paulo Freire, en que quiero ser como él y ser la profesora más cool y andar con un corte de pelo más cool aún, tener siempre los labios rojos y las pestañas maquilladas. Y quiero fumar puchos y escribir ene, y aunque suene estúpido, quiero tener una libretita para escribir todas esas ideas que se cruzan durante el día y pienso que serían muy geniales si las alargo, pero se me olvidan y se pierden por ahí. Y quiero seguir aprendiendo mucho sobre de las cosas que me gustan y también de las que no tanto para enseñarles a mis hijos, alumnos, a quién sea, para que sientan el poder que entrega el saber. Y quiero aprender a tocar esa puta guitarra de una buena vez. Y quiero tener más ojos para alcanzar a leer todos los libros que quiero y ver todas las pelis antes de morirme. Y quiero tener manos más agiles para que no se me cansen nunca de tanto escribir. Y quiero ser la profe más seca y que nunca se me quiten estas ganas de fijarme y sacarle el rollo lingüistico a la gente y hacer mil investigaciones y unir el sentir-el hablar-el pensar y ojalá algún día publicar un libro y conocer todo el mundo, y todos los tipos de cafés y de té y de masitas dulces y estar rodeada de la gente que quiero y ser libre. Y pintar cuadros aunque me queden horribles. Y viva la capacidad de creación, de música, de letras, de pinturas, de ideas, de bailes, de besos, de palabras, de abrazos. Que viva la libertad de vivir esta vida acompañado de quienes nos atan sólo con lo lindo que nos hacen sentir. Y que vivan este Art Atack literario que me dió, y me importó una shit publicarlo porque me creo Henrry Miller, y haré una neo-generación beat. Pero como no estoy ni ahí con los gringos, mejor me encomendaré a Verlaine para que me deje ser parte de la generación de les Poètes maudits.

Y a modo de paréntesis, necesito agradecer a quién
hizo que mis zapatillas ahora sean las más lindas.


(Y colorín colorado, el soliloquio de Ceci ha terminado)