domingo, 5 de octubre de 2008

Dos pajarillos de un tiro.

El panorama es bien simple y sencillo, bueno, reemplacemos aquellos dos adjetivos con un "común", porque si, es común, lo más común del mundo pero de lo cual ninguna mujer puede decir que no. ¿No? Claro que no, el temible fin de un pololeo. Vivirlo es horrible, pero verlo en alguien que no eres tú, ver esas mismas lagrimas, oir esas mismas palabras que mencionaste cuando aquel amado decidió terminar el contrato en el cual tu querías seguir participando, sencillamente es atroz. Por que admitamolos, aquí hay muchos tipos de mujeres, pero todas van a los mismo cuando tiene "ese amor de vida" con el cual planeaste todo y de un día para otro te deja y tu quedas ahí, mirando todo y nada. Si, es excesivamente dificil, pero las cosas no cambian cuando inicias un nuevo romance, ni cuando crees que eres la soltera del año, ni nada de eso. El panorama cambia cuando te toca ver a esa amiga, la misma que te dió los consejos para superarlo, pasando lo mismo. La escena es fuerte, es verte a ti, ahi llorando, sufriendo por un ser que quizás que cosa está haciendo en ese mismo instante en el cual tu vida se te desvanece. Insisto, es fuerte, porque en el momento que lo pasaste, solo se ve lo negro, lo malo, el fin, el llanto y una serie de cursilerias de teleserie venezolana que en ese momento son para ti un shakespeare enamorado que viene a truncar tu pobre vida de mujer destrozada. Renuncio, renuncio una y mil veces a ese papel que nadie quiere asumir, pero que en aquel momento lo tomamos como parte natural de la teleserie. No me gusta escuchar el dialogo de una garganta ahogada, ni las palabras vomitadas desde un corazon despechado. Fácil, hasta que lo superas, pero verte frente a frente, escucharte, oirte, hace cambiar rotundamente la perspectiva. Así que desde ahora modifico todos los manuales mujer despechada, cambio todos los finales de teleseries, los argumentos de las obras, y los consejos de la Tía Yolanda Sultana, porque el remedio es simple. No, ni ver peliculas romanticas con un trozo de chocolate, ni helado ni nada de esa dulcerías que sólo hacen que tu pena sea proporcional a tu peso. El consejo es fácil para cortar de raíz todas estas escenas de amores abandonados. Ubique a su amiga, a la que sea (siempre hay alguna sufriendo por amor), invitela por ahí donde sea (con pena uno va donde la quieran llevar) y recuerdele todas esas escenas amorosas a fin que ella se desahogue y de paso, mata dos pajaros de un tiro. Ella de desahoga, y usted querida amiga, se escucha, se enfrenta con ud misma encarnada en otra mujer que actua igual que ud., así abre los ojos, deja de sufrir y además, pasa el dato... y de una vez por todas se cambiamos el final de la teleserie.