domingo, 5 de octubre de 2008

Estúpida micro.

Estaba enojada, no, enojada no, emputecida por esa estúpida máquina llamada micro que me tenía que llevar a mi casa. Pensé en todo, desde juntar las pocas monedas que andaban quizás donde, hacer dedo, pegarle al primer chofer que me pusiera cara de deseo, etc, etc, etc, Más de una hora entre medio de toda esa gente que en una de esas estaba que me pegaba a mí ya que no paraba de darme vueltas y fumar. Es que la situación era extrema, hambre, cansansio, un mal día, y para más remate estaba en la hora límite (según mis calculos) de alcanzar a ver mi teleserie. Creo que está de más mencionar que me acordé de toda la familia de zamorano, sobretodo de su mamá. Y pasaba la hora y ésta avanzaba de forma proporcional a mi rabia. Y como típica chilena egoísta, pensaba en mí, mi rabia, mi hambre, mi todo, y me quejo, me quejo y me quejo, obvio, si esperar una hora en micro, para viajar otra hora más, y no ver la teleserie, y no irme sentada y no, no, no y mil doscientos no que se cruzaron a dar su opinión, dejando de lado todos esos no de las cientas de personas que dñia a día viajan horas y horas para llegar a su destino, y no lo hacen en micro, no, sino en botes, en caballos, e incluso a pie en caminos horribles, barro, piedras, tierra, niños pequeños madrugando por aprender una letras más de ese silabario que me yo me aprendí con todas las comodidades. Mientras yo me quejo de los diez minutos caminando para el super mercado, ellos tienen que organizarse con otras personas para hacer el viaje del mes en bote para ir al supermercado que les queda a horas. Y todos esos chilenos, que día a día se sacan algo más que la cresta por llegar a sus destinos, esos destinos inciertos que nadie conoce, que nadie apoya y que todos somos ciegos y sordos a la hora de hablar de ellos. Todo esos chilenos olvidados por aquellos santiaguinos que se preocupan de llegar temprano y ellos que a través de sacrificios solo se preocupan de llegar.. vivos.