domingo, 5 de octubre de 2008

Gracias, pero sólo por ésta vez.

Que mal, que impotencia cuando las cosas no son como quisieras, que te enervan las situaciones planteadas hasta el momento y no se puede hacer nada, nada, las cosas son así y punto... ¿Más fundamentos? Claro que sí! Claro que hacen faltas más fundamentos, para entender lo que pasa, a tí, a mí, al resto, el mundo, TODO. Que ganas de cambiar todo, lo que me hace daño, lo que me desagrada, la injusticia, la corrupción, el macabro individualismo de personas sin criterios, un sin fin de situaciones que son pan de cada día. Y es más díficil aún cuando idealizas las situaciones, o crees en lo que te dicen, en lo que te prometen, ingenuamente crees en esos clichés y tonterías. Duele abrir los ojos, pero el ser humano no es inmune a lo ocurrido, o por lo menos yo, en mi calidad de ser humano no soy inmune a lo que me ocurre. Aunque duela, es tiempo de abrir los ojos, y lo peor, es que cuando los abres, las cosas cambian más de lo que crees. Pero como alguna vez leí, uno no puede evitar el dolor, pero si el sufrir. Yo no lo evito, lo vivo, y en una de esas, hasta lo disfruto, porque he ahí el gran dilema; el afán del ser humano de evitar el dolor y no acogerlo como parte de un proceso y creo que ése pensamiento a generado grandes cambios en mí. El entender el dolor como un proceso que no hay que acelerar, obviamente, hay que ponerle límites, pero mientras se hospede en nuestra vida hay que hacer su estadía lo más fructífera posible. Y por primera vez en mi vida puedo decir que he aprovechado las situaciones dolorosas de mi vida, se me han presentado bastantes pruebas en las cuales he tenido que demostrar todo lo aprendido.

Bueno, dentro de éste huracán de ideas sin pies ni cabeza, puedo decir, con fé de ello, que las cosas cambian rotundamente cuando te despegas de la monopolización de ideas que uno construye, cuando rompes el círculo en que te mueves constantemente, cuando te das cuenta que es hora de conocerse, cuando aceptas los problemas como desafíos y te das cuenta que lamentablemente en éste mundo (sin desmerer amistades, familia, etc) estás solo, que tienes que arreglártelas solo y que aquello no es malo. Por ésta vez, sólo por ésta vez, agradesco los problemas que he tenido que vivir últimamente.